Conferencia performativa

Bilbaoarte

2018

En la época del rampante auto-empleo o más bien auto-desempleo, la idea de que alguien se pueda preocupar por la fuerza de trabajo específica de uno, parece más bien exótica. Por supuesto que el trabajo en el campo del arte ha sido siempre diferente del trabajo en otras áreas. Una de las razones actuales, sin embargo, podría ser que la economía contemporánea del arte depende más de la presencia que de las ideas tradicionales de fuerza de trabajo atadas a la producción de objetos. Presencia, en el sentido de presencia física, como asistencia o estar-ahí en persona. ¿Porqué la presencia sería tan deseada? La idea de la presencia invoca la promesa de comunicación sin mediación, el brillo de la desinhibida existencia, una aparentemente inalienada experiencia y auténtico encuentro entre humanos. Supone que no sólo el artista sino todo el mundo está también presente, lo que sea que esto signifique y para lo que sea que sea conveniente. La presencia supuestamente implica una discusión real, intercambio, comunicación: el happening, el evento, presentificación, lo real -se comprende la idea.


Además de generar obras, los artistas, o de forma más general los proveedores de contenido, tienen que llevar a cabo innumerables servicios adicionales que parecen volverse lentamente más importantes que cualquier otra forma de trabajo. La sesión de preguntas y respuestas es más importante que la proyección, la lectura en vivo lo es más que el texto, el encuentro con el artista lo es más que el encuentro con la obra. Por no mencionar el revoltijo de formatos cuasi-académicos y de redes sociales que multiplican las plantillas en los que la presencia inalienada debe de ser supuestamente ofrecida. El artista tiene que estar presente, como en la performance epónima de Marina Abramovic. Y no sólo presente, sino exclusivamente presente, presente por primera vez, o en cualquier otra hiperventilante capacidad de novedad. La ocupación artística está siendo redefinida como presencia permanente. Pero en la producción incesante de eventos aparentemente singulares, la producción en masa de novedades e inmediatez, el acontecer del evento es también una performance, como dijo Sven Lütticken, una medida cuantificable de eficiencia y trabajo social total.


Tras seis meses en una residencia en las que las condiciones económicas eran muy precarias y además los cuidados hacia los artistas fueron nulos, pidieron a los residentes realizar conferencias y presentaciones como forma de justificar la existencia de la propia institución. La artista leyó la conferencia completa titulada 'El terror al dasen total. Economías de la presencia en el campo del arte" de Hito Steyerl.


A partir de la apropiación de ese texto, la artista hace creer a los asistentes que lo que lee no es más que su propia voz, pues el texto ha sido envuelto con una camisa para libro en la que aparece su retrato y el título 'Gracias, precariedad'. La performance quedó grabada por las cámaras de videovigilancia de dicha residencia, testigos de la presencia ininterrumpida de la artista durante esos seis meses.


El vídeo puede verse aquí.


'Manager of myself' (camiseta Inditex)

2018

Gracias, Precariedad Libro

2018